viernes, 20 de noviembre de 2015

Tú, que siempre habías acabado de llenar el vaso medio vacío de cualquiera, que eras capaz de hacer temblar hasta al hombre más duro que hubiera con apenas tu metro y medio de estatura y tu sonrisa pegadiza.
Recuerdo tus miedos y manías y sigo pensando que no conseguían fijar ningún defecto en ti. Estar contigo era como andar descalzo en un suelo lleno de cristales rotos, tan peligroso y a la vez tan doloroso. Pero y qué, la curiosidad mató al gato y yo aún seguía con seis vidas que no podrían alargarse si tú seguías cerca.

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