Yo siempre nos querré por los dos.

Hoy,
Romperé todas las hojas en las que he escrito tu nombre,
Y todas las fotos en las que puedas aparecer tú.
Bailaré solo esa canción que tanto nos gustaba,
Y cantaré desafinando aquella otra que tanto nos definía.
Te dibujaré una y otra vez,
Para recordar todas y cada una de las curvas que tiene tu cuerpo,
Y escribiré un sinfín de cartas con aquello que siempre te quise decir,
Sin dirección ni remite,
Para que, 
Con un poco de suerte,
No las lea nadie,
Ni siquiera yo.
Pero ante todo,
Y aunque tú ya no tengas ganas de quererme,
Yo,
Amor,
Siempre nos querré por los dos.

Te marchas. Y como siempre, dejas la puerta medio abierta. No sabes lo que supone ver como una ligera ráfaga de aire la mueve y mis nervios suben taquigráficamente con la pequeña esperanza de que estés de vuelta. Pero una vez más, no eres tú. Pero sí tu culpa; Te la dejaste abierta, como la herida que me causaste y estas ganas insaciables de ti.

Lo que nunca te pude decir,
Se reduce a una página y media,
Por no poder extenderla una vida entera.
Nunca pude decirte lo guapa que estabas cuando te hacías una coleta,
Lo mucho que me encantabas cuando te enfadabas,
O que te quería hasta cuando ni tú misma lo hacías.
No llegaré a decirte que fui amante y odiante,
De todo a lo que a ti refería,
De tus idas y huidas,
De tus mentiras piadosas,
Y tus verdades dolorosas.
Nunca podré contarte que me hubiera encantado verte dormida cada día en mi cama,
Rendida,
Tras una larga noche hecha nuestra,
De ganas,
Y  de(s)amor.

A cruz o cruz

Soy un tipo que escribe,
Inútilmente,
A una tía que no lee lo que digo.
A alguien que no sabe,
Que los versos de Neruda no son nada comparados con la palabra ''amor'' salida de su boca.
Soy el tipo que se pasaría día y noche mirando a su ventana,
Con la esperanza de poder,
Aunque sea una única vez,
Verla reflejada en la cortina.
Soy aquél que apuesta a la moneda,
El volver a jugársela por ella,
A sabiendas que,
Tire como tire,
Siempre, siempre, siempre,
Saldrá cruz.

Tú, que siempre habías acabado de llenar el vaso medio vacío de cualquiera, que eras capaz de hacer temblar hasta al hombre más duro que hubiera con apenas tu metro y medio de estatura y tu sonrisa pegadiza.

Recuerdo tus miedos y manías y sigo pensando que no conseguían fijar ningún defecto en ti. Estar contigo era como andar descalzo en un suelo lleno de cristales rotos, tan peligroso y a la vez tan doloroso. Pero y qué, la curiosidad mató al gato y yo aún seguía con seis vidas que no podrían alargarse si tú seguías cerca.

Dicen que es amor

Se dice que te has enamorado cuando haces cosas por alguien que no harías por nadie más. Cuando darías tu vida por esa persona, cuando eres feliz con lo que sea que venga de ella. Cuando te ríes por cualquier tontería y cuando lloras por otra. Cuando al escuchar una canción, lo primero en lo que piensas es en ella. Dicen que es amor cuando, al irse, no deja más que un vacío que nadie más puede llenar.

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Ocurre a ciertas horas de la noche cuando el reloj se decide a marcar la hora de recordarte. Y es ahí donde no puedo hacer más que fundirme en escribir sobre ti y escribirte qué hago en estos tiempos en los que ya no estás. Duermo por dormir, porque dormido es el único momento del día en el que no te pienso (conscientemente); y porque mi cama ya no es más que otro lugar en el que tampoco voy a encontrarte. Y escribiré por escribir, porque de algo tengo que vivir (o morir) si no te tengo cerca y porque es la única forma que puedo hablar contigo sobre ti.

He de decirte que mi papel,
se ha reducido a mirarte a lo lejos,
y convertirte en tinta;
que aunque pudimos
y no fuimos,
quedaremos condenados siempre a ser.
Nos dijimos tantas veces adiós,
que despedirte ya sólo significaba reinventar otro reencuentro;
pero una vez te fuiste,
y te llevaste contigo los meses,
convirtiéndolos en números sin ti,
los días,
pasaron a no ser más que silencios llenos de rutina,
y las noches,
ya no eran nada más que eso,
noches.

Conduzco el pasado hacia lugares inciertos de mi cabeza que desconozco, con el único fin de apartarlos y, con suerte, dejar de recordarte.
Y tú te pones guapa para salir,
sacas tu mejor sonrisa,
y te ríes infinitamente más que antes,
mientras me dejas de querer.

Todos mis caminos van a ti

No miento si te digo que sólo a veces me permito recordarte cuando el frío supera lo cotidiano, cuando estamos a bajo cero, cuando escribo sobre mí y termino hablando sobre ti. Confieso que sólo a veces me gustaría volverte a ver a mi lado, volver a hacerme daño a mí mismo con tal de que vuelvas. 
Te diré que he dejado de pasear por calles a las que no me atrevo a ir por miedo a verte con alguien de la mano, que hasta los últimos mensajes que me dejaste los sigo teniendo guardados, como tus fotos y como todo a lo que a ti refiera. 
Puedo confesarte que es bonito verte incluso cuando te marchas, aunque sabes que eres Roma y que todos mis caminos siempre llegan a ti.

Si te hicieras una mínima idea de lo que sería capaz con tal de tenerte otra vez a mi vera. Si supieras que soy el único que se puede pasar noches enteras en vela pensándote; o pensándonos, o tal vez pensando el por qué. Por qué te fue más fácil mandarlo todo a la mierda y no luchar por mí.
Si supieras que desde que te perdí me gusta la lluvia, me gusta lo frío y lo amargo porque me recuerda a ti. Como esa canción triste que siempre escuchábamos cuando nos enfadábamos. Si supieras las ganas que te tengo y lo mucho que te necesito. Si supieras... Me sabrías.